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Manolo Escobar Por Pasodobles Letra


Manolo Escobar Por Pasodobles Letra
No me hable usted de los banquetes que hubo en Roma,
ni del menú del Hotel Plaza en Nueva York.
Ni del faisán, ni los foiegrases de paloma.
Ni me hable usted de la langosta Termidor.
Porque es que a mí sin discusión me quita el sueño,
y es mi alimento y mi placer,
la gracia y sal que al cocidito madrileño
le echa el amor de una mujer.
Cocidito madrileño replicando en la bohardilla,
que me huele a hierbabuena y a verbena en las vistillas.
Cocidito madrileño del ayer y del mañana,
pesadumbre y alegría de la madre y de la hermana.
A mirarte con ternura yo aprendí desde pequeño
porque tu eres gloria pura, porque tu eres gloria pura,
cocidito madrileño.

No me quieras tanto ni llores por mí,
no vale la pena que por mi cariño te pongas así.
Yo no sé quererte lo mismo que tú,
ni pasar la vida pendiente y esclavo de esa esclavitud.
Por lo que más quieras sécate ese llanto.
Hay que estar alegre, mírame y aprende,
no me quieras tanto.

En los carteles han puesto un nombre que no lo quiero mirar,
Francisco Alegre y olé, Francisco Alegre y olá.
La gente dice "vivan los hombres" cuando lo ven torear.
Tú estás rezando por él con la boquita cerrá.
Desde la arena te dice "niña morena, ¿por qué me lloras carita de emperaora?"
"Dame tu risa mujer, que soy torero andaluz,
y llevo al cuello la cruz de Jesús que me diste tú".
Francisco Alegre, corazón mío,
tiende tu capa sobre la arena del redondel.
Francisco Alegre, tiene un vestío, con un te quiero que entre suspiros yo le bordé.
Torito bravo no me lo mires de esa manera,
deja que adorne tus rizos negros con su montera.
Torito noble, ten compasión, que entre bordaos, lleva encerrao,
Francisco Alegre y olé, mi corazón.

De noche cuando me acuesto le rezo a la Virgen de la Macarena.
Y allí en mi cuarto solito a mi Virgencita le cuento mis penas.
Y de corazón le pido que la hembra que me quiera,
mientras que en el mundo viva, no me sea traicionera.
Y si lo consigo, y si lo consigo le pongo una vela
a mi Virgencita, a mi Virgencita de la Macarena.

Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde, el verde verde limón.
Ojos verdes verdes con brillo de faca
que se han clavaito en mi corazón.
Pa' mi ya no hay soles, luceros ni luna.
No hay más que unos ojos que mi vida son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.

El beso, el beso, el beso en España
lo lleva la hembra muy dentro del alma.
Le puede usted besar en la mano.
Le puede dar un beso de hermano.
Y así la besará cuanto quiera,
pero un beso de amor
no se lo dan a cualquiera.

Madrid, Madrid, Madrid, pedazo de la España en que nací.
Por algo te hizo Dios la cuna del requiebro y del chotis.
Madrid, Madrid, Madrid, en Méjico se piensa mucho en tí
por el sabor que tienen tus verbenas,
por tantas cosas buenas que soñamos desde aquí.
Y vas a ver lo que es canela fina
y armar la tremolina cuando llegues a Madrid.

Rocío, ay mi Rocío, manojito de claveles.
Capullito florecido.
De pensar en tus quereres voy a perder el sentio.
Porque te quiero mi vida como nadie te ha querido.
Rocío, ay mi Rocío.

Amante de Abril y Mayo, morena de mi pasión.
Te llevo como a caballo sentada en mi corazón.
Me están doliendo los centros de tanto quererte a tí.
Me corre venas adentro tu amor de Mayo y Abril.
Desde los pies a la boca, que aprendan todas de tí.
Ay, ay de tí, a querer como las locas.

Cuando me miras morena, de adentro del alma un grito se escapa,
para decirte muy fuerte: Guapa, guapa, guapa.
Y es que tu cara agarena me roba la calma con gracia chulapa.
Y te diré hasta la muerte: Guapa, guapa, guapa.

Que tiene la Zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones,
ella que siempre reía y presumía de que partía los corazones.
Del querer hizo la prueba y un cariño conoció,
que la trae y que la lleva por la calle del dolor.
Los flamencos del colmao, la vigilan a deshora,
porque se han empestillao,
Al saber del querer desgraciao que embrujó a la Zarzamora.
Que si, que si, que si, que si, que a la Parrala le gusta el vino.
Que no, que no, que no, que no, ni el aguardiente ni el marrasquino.
Que si, que si, que si, que si, que si no bebe no pue' cantar.
Que no, que no, que no, que no, que sólo bebe para olvidar.
Más de pronto se escuchó un gramófono sonar.
Callad todos, dije yo, y un pasodoble se oyó, que nos hizo recordar.
Oyendo esa música allá en tierra extraña.
Ya nadie reía, ya todos lloraban.
Oyendo esa música allá en tierra extraña.
Era el pasodoble español, suspiros de España.